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verboardiente 2010

Viola Estados Unidos derechos de los Cinco

Confieso que cuando por vez primera vi las fotos de los Cinco cubanos que están presos injustamente en los Estados Unidos por luchar contra el terrorismo, una mezcla de pena y tristeza me invadió por completo. Aquellas caras jóvenes que eran presentadas en televisión al pueblo de Cuba aun permanecen en mi memoria.

Después vendría un proceso de información, de pláticas, de encuentros con especialistas, familiares, amigos, compañeros de estudio y trabajo que en aquellos años iniciales fueron ofreciendo una dimensión humana de estos hombres, de carne y hueso, que estaban sometidos a una cruel tortura.

Por azares del oficio conocí a varios de los familiares, pero no sé por qué siempre he sentido una identificación plena con Mirtha Rodríguez. La dulzura que hay en sus ojos, la mirada triste que siempre le acompaña y la voluntad de acero para enfrentar el duro desafío de ver tras las rejas a su Tony, la hace- al igual que al resto de las familias- aspirar estrechar el cerco de los nonagenarios para disfrutar de la libertad de su retoño.

¿Cuántas veces desde "aquella madrugada sombría" del 12 de septiembre de 1998, en que Antonio Guerrero fue arrebatado de manera brutal de los brazos de su compañera, han sido violentados y violados sus derechos humanos?

Una y otra vez los Cinco fueron condenados al famoso y temido "hueco". El imperio esperaba doblegar la fortalezas de estos hombres, pero de Martí aprendieron que "la razón es como un abrazo colosal, que levanta a la justicia donde no pueden alcanzarla las avaricias de los hombres".

Adriana Pérez y Olga Salanueva, esposas de Gerardo Hernández y René González, respectivamente, vienen sufriendo la denegación de sus visas para visitarlos durante 14 años.

Cartas de amor que cruzan el Mar Caribe y la esperanza de que más temprano que tarde se hará justicia, sostienen la espiritualidad de estas parejas que construyeron sus relaciones sobre la base del amor mutuo y el respeto.

René ya se sabe abuelo, Gerardo añora ser padre. René no ha podido abrazar al nieto, Gerardo no ha podido procrear el hijo. Se lo impiden los Estados Unidos, la nación "abanderada" en derechos humanos, la que invade países porque violan la democracia, la que necesita preservar sus intereses, la que abriga a terroristas y encarcela inocentes, la que impide que se conozca la verdad sobre el caso, la que controla la información, la que paga a periodistas hostiles a Cuba.

Para muchos en el mundo el Caso de los Cinco es una vergüenza y violación constante de los derechos humanos, desde las primeras horas de su detención arbitraria se quebrantó el derecho a la libertad, sin pruebas relevantes que justificarán legalmente los delitos de que se les acusaron fueron condenados por un tribunal de Miami, manipulado, pagado y aliado de la mafia terrorista.

El ensañamiento llegó a límites insospechados: condenar con dos cadenas perpetuas más 15 años a un hombre como si la reencarnación fuera posible. Sino fuera porque el asunto es demasiado grave, llamaría a risa al peor de los mortales. Pero lo cierto es que sobre Gerardo recae esta sentencia.

A pesar de que el Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias de las Naciones Unidas declaró ilegal la detención de los Cinco, el Gobierno norteamericano hace caso omiso y no escucha el reclamo de libertad, que corean y exigen los más de 300 grupos de solidaridad que con la causa se pronuncian en el mundo.

No pocos tienen el propósito de llegar directamente al presidente Barack Obama, quien puede liberarlos. Al frente de la acción está el Comité por la Liberación de los Cinco, que dirige la argentina Alicia Jrapko.

Una acción de esta naturaleza, prevista para el próximo año, solo es posible porque existe el convencimiento de que nos asiste la razón y la verdad, y de que es necesario poner fin a la cruel violación de los derechos humanos que sufren nuestros compatriotas.

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