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verboardiente 2010

Qué le falta al cuentapropismo

El cuentapropismo, vocablo forjado con materia prima del hablante nacional, se ha convertido en una de las palabras más socorridas de los últimos tiempos en Cuba, pero como Pinar del Río no es la excepción, más allá de la forma, cada día la gente se involucra más en discusiones conceptuales.

Entonces la pregunta clave es ¿qué le falta al cuentapropismo? Como puede haber consenso entre defensores y detractores, es necesario buscar un punto medio de equilibrio.

Nadie lo dude, ninguna idea nueva ha navegado jamás con vientos ciento por ciento favorables, en ningún momento de la historia, por eso hay que insistir.

El presidente Raúl Castro lo ha dicho y reiterado, lo más difícil en los nuevos tiempos es cambiar la forma de pensar, de encontrar soluciones a problemas viejos, y todo eso se conseguiría a través de la negociación de ideas.

Y alguien preguntará,  ¿Con solo ideas frescas se resolverían los problemas?, Bueno, la explicación exacta sería más compleja, pero la respuesta lacónica es Sí.

En una reunión reciente del Consejo de la Administración Provincial, la Dirección de Trabajo presentó un documentado informe sobre resultados actuales en esa nueva forma de gestión económica, fue un análisis excelente desde el punto de vista estadístico, aunque evidentemente la numerología sola no nos va a revelar los avances.

El ingeniero Ernesto Barreto Castillo, presidente del CAP, razonó un conjunto de valiosos pensamientos y de ellos tomamos algunos conceptos, que podemos enmarcar en esas ideas frescas que necesitamos, junto a otras de la población, las de los economistas, los políticos y los periodistas.

Es necesario – decía Barreto- más que una fría estadística, evaluaciones de impacto económico, social y laboral. ¿Qué va ocurriendo en la provincia en la medida que más personas se suman al trabajo individual no estatal, máxime con la versión del cooperativismo no agrícola pisándole los talones?

Lo primero es tener presente que estas nuevas forma de gestión no son un hecho coyuntural, sino la estrategia del país para el futuro cercano y a más largo plazo, por lo que se deben desechar las persecuciones y tratar de solventar las situaciones no solo con multas, sino con entendimiento.

Lógicamente la economía no admite subterfugios, tiene que desterrarse toda acción que pueda declinar hacia la corrupción o al delito en todas sus formas, por eso tiene que haber exigencia y mucha claridad en la negociación.

El cuentapropista tiende derechos y deberes, el funcionario público que le expida una licencia tiene que ser preciso en qué puede y no debe hacer, e indicarle cómo será la mejor forma de cumplir y hacerlo sabedor de las medidas legales a que puede ser sometido.

No debe dejarse espacio a las dobles lecturas, a malas interpretaciones o  conceptos explicados a medias, porque entonces de quién es la responsabilidad cuando aparecen las violaciones.

Siempre el buen entendimiento lleva a puntualizar quién tiene la razón y que la soga no rompa por el lado más débil: el trabajador. Benito Juárez, el patriota mexicano, dijo: “El respeto al derecho ajeno es la paz”. Esto no lleva comentarios.

Barreto en su análisis comentaba también ¿Por qué la ciudad no tiene un bazar para los cuentapropistas? Un lugar agradable, que los haga sentir bien a ellos y a los clientes, con condiciones higiénicas, valores culturales y que incluso hasta preste servicio nocturno.

Y añadía, ¿Por qué tenemos edificaciones derruidas en el centro de la ciudad, afeadoras del ornato? ¿Qué vamos a hacer con el edificio del antiguo hotel Comercio, mientras no haya financiamiento para empeños mayores?

Entonces emplazó a los representantes de los organismos para que hagan sus propuestas, porque esto del cuentapropismo es de toda la estructura social y empresarial, y preguntaba por qué no se hacen licitaciones de espacios con los cuentapropistas, se les arrienda de acuerdo con los contenidos de la ley.

Como apreciamos ya no son tiempos de esperar orientaciones de arriba, también se necesitan sugerencias de abajo, proyectos, ideas frescas y decisiones.

Los organismos con funciones estatales no pueden ser contempladores del espectáculo de la actualización de la economía, son actores fundamentales y con poder de exigir y regular.

Es necesario conocer la opinión pública y utilizarla en beneficio de la sociedad, preguntarse cada día qué necesita el pueblo y cómo ayudar a encontrarlo es tarea de suministradores, de proveedores mayoristas y de los facilitadores que tienen ese encargo social.

Como también será necesario establecer límites, al principio la idea se sustentó en otorgar licencias ilimitadamente, pero la realidad es que ya hay actividades donde es contraproducente seguir entregándolas. La solución no es negarlas, sino dirigir los empeños hacia donde se necesiten, porque el exceso de comerciantes de una rama los perjudica a ellos mismos y al pueblo, siempre la exageración afecta.

Una piquera que necesita 20 coches no tiene porque usar 70. Acaso se pensó en cuantos otros lugares se necesitan y a nadie se le ha ocurrido la idea de crearla. Acaso son factibles cuatro carretilleros en un área de 200 metros de calle, mientras en otros lugares se hace difícil conseguir un producto.

Otro tema engorroso son los ilegales, quienes le quitan clientes al legal, le escatiman mercancías, priva al Estado de contribuciones impositivas y desvirtúa la esencia de la labor no estatal.

Existe el criterio de que se multa al legal, porque está identificado por los inspectores y el otro no. Probar esto lleva un estudio, para negarlo tampoco basta el simple criterio tomado por el número de multas, porque hay ilegales que jamás han sido multados… váyase a ver la razón.

Lo que sí está  claro es que se necesitan más horas de conversación que de coerción; la fuerza solo recibirá como repuesta más fuerza. El cubano, independientemente de las coyunturas sociales, es fraterno, humanitario y solidario, capaz de comprender cuando la razón se impone, pero si vislumbra un trato inadecuado no se somete.

No podemos olvidar que el cuentapropista unos años atrás era visto como el ciudadano no confiable, el carero, el especulador, y aunque la sociedad se compone de personas de todos los géneros y quedan algunos de los mencionados, hay que reconocer a una gran mayoría que mañana empuñaría un arma si el país lo necesita.

Sin embargo hay incongruencias a resolver entre los cuentapropistas y el resto de la sociedad, es verdad que todo el que pone un negocio es para prosperar, pero hasta la ley de oferta y demanda tiene límites, una cosa es el beneficio como recompensa por un esfuerzo y otra el abuso.

Los precios son un tema que debe regularizarse, a veces el valor que se le da a algunos productos es extremo y no es por la materia prima,ni complejidad en la elaboración ni el tiempo invertido, sino porque alguien quiere enriquecerse a toda costa y a todo costo.

Una guayaba,  aguacate silvestre, de una mata que se multiplica cada año, que nada tiene que ver con los precios de las materias primas ni con el mercado mundial, no se fertiliza con agroquímicos y tampoco se invierte petróleo en su riego no tiene porque valer 10 pesos, cuando sabemos que ese es el salario de un día de cualquier trabajador.

La ley de oferta y demanda ha sido malinterpretada por algunos en muchos momentos, la negociación entre vendedor y cliente no es abuso, es sencillamente un pacto comercial según las posibilidades de cada uno. La ganancia se establece sobre centavos, no sobre pesos, en Cuba existe experiencia comercial antiquísima, hacer lo contrario es aprovechar situaciones adversas en contra de la sociedad y en beneficio de una minoría: ese no es el país que pretendemos florecer.

 

 

 

 

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