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verboardiente 2010

Primero de Mayo 2011 Tanta gente no puede estar equivocada

Primero de Mayo 2011 Tanta gente no puede estar equivocada

Los aíres cálidos y patrióticos de la  conmemoración del Día Internacional de los Trabajadores llegó este año a Pinar del Río cómo la misma Revolución: desde Santiago de Cuba, la indómita y hospitalaria, con la estimulante presencia de Raúl Castro, primer secretario del Partido.

Una hora después de aparecer la celebración en el oriente, como si fuera traída por el sol de cada mañana, la provincia bastión del occidente cubano inundó sus calles y plazas de pinareños, porque el Socialismo es y será la esperanza.

Quienes lean esta sencilla crónica se dirán: tanta gente no puede estar equivocada, mientras los expertos de la CIA se preguntaran como los comunistas podrán llenar la Plaza de la Revolución dos veces seguidas en solo 15 días.

Sí, cuando todavía no se apagaba el rugir de la marcha por el 50 aniversario de la Victoria de Girón, se producía un acontecimiento multiplicado en vigor, fuerza y entusiasmo. Ese es el secreto de los pueblos.

Verdaderamente en Cuba faltan muchas cosas y otras están escasas, lo paradójico son las que sobran o hay excesos, como confianza en la Revolución, entusiasmo para celebrar, solidaridad para repartir, sinceridad para agradecer, valor para contribuir y patriotismo para continuar.

Es que todos tienen algo que disfrutar, para unos son las victorias del equipo de beisbol  que va en búsqueda del título nacional; para otros los éxitos de una buena cosecha de frijoles, de tabaco, de papas, o como en el caso de los habitantes de Dimas, en el extremo noroccidental que tienen calles nuevas de hace casi 72 horas.

Desde el Congreso de la Segunda Internacional, celebrado en París en 1889, que instituyó la celebración por el Día de los Trabajadores han transcurrido 122 años, pero la naturaleza del capitalismo no ha cambiado nada, siguen la explotación, las guerras de rapiña y el sometimiento de los pueblos.

Si en aquella época las víctimas fueron  Albert R. Parsons, Jorge Engel, Samuel Fielden y Adolfo Fisher, algunos de los obreros que históricamente se les recuerda como "Los mártires de Chicago", hoy son Gerardo, Antonio, René, Ramón y Fernando.

Y un último detalle, lo aclaro porque el lector foráneo no lo va a ver: Allí, en la Plaza Antonio Maceo, de Santiago de Cuba, en la José Martí, de La Habana y en los barrios de Pinar del Río estaba Fidel… si se fijan, iba en la sonrisa de cada niño, en el puño alzado de los combatientes, en los poderosos brazos de los obreros, en la dignidad de las cubanas. Los analistas de la CIA tampoco pueden entender eso, ni lo colaboradores de ellos aquí dentro, que Fidel está en cada obra de la Revolución,  realmente eso no se ve, se siente.

 

 

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