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verboardiente 2010

"Pica mi gallo" como aquel 24 de febrero

Jueves, 24 de Febrero de 2011 16:07 A los revuelos de una pelea de gallos, al mensaje dentro de un puro y a un domingo de carnaval se vincula el comienzo de la Guerra Necesaria preparada por Martí, continuación del proceso revolucionario iniciado por Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de 1868 en el ingenio La Demajagua y que los cubanos de hoy no abandonan. Y ha quedado claro que no fue solo en Baire, el grito de independencia alcanzó a varios lugares orientales y se extendió rápidamente a otras partes de la Isla el 24 de febrero de 1895 como estaba concebido, y hasta las fuerzas por los Remates de Guane en esta provincia estaban a la expectativa. La situación económica de Cuba en esos momentos era delicada, y tras la creación del Partido Revolucionario Cubano (PRC) y del periódico Patria, su órgano oficial en 1892, en la Isla veteranos y "pinos nuevos" esperaban orientación para lanzarse a los campos. Martí designó a dos delegados del PRC en Cuba. En La Habana escogió a Juan Gualberto Gómez, a quien le unía una vieja amistad, y en Santiago de Cuba, al abogado Rafael Portuondo Tamayo, quienes mantendrían la comunicación. Urgían armas y hombres pero en el último trimestre de 1894 fracasó el «Plan de la Fernandina», expedición que traería a altos Jefes de la Revolución exiliados, y desembarcarían por tres provincias de la Isla. No obstante, ya la orden de alzamiento estaba pensada por Martí para la segunda quincena de febrero de 1895. La ausencia de una base social fuerte hizo fracasar el levantamiento en el Occidente del país, unido a que Julio Sanguily, su jefe en La Habana, fue detenido a última hora por los españoles. En Matanzas, Juan Gualberto Gómez se alzó en Ibarra, Martín Marrero en La Yuca, Jagüey Grande, y Joaquín Pedroso en Aguada de Pasajeros. Levantamientos que no pudieron sostenerse tampoco en Las Villas. Hacia Baire los peninsulares enviaron sus mejores y más experimentadas fuerzas, pero la acción en la que participaron veteranos, jefes y oficiales de las anteriores gestas, destacaron la trascendencia del lugar. Según la orden de Martí el levantamiento debía ser simultáneo en toda la Isla, de lo contrario sería un fracaso, pero aunque no se logró dar cumplimiento a todos los detalles sí fue un grito de Independencia o muerte, continuador del que inició la gesta en La Demajagua y demostró la decisión de los cubanos de continuar en pie de lucha. Quizás por eso Cuba es distinta y no entra en falsas revueltas, quizás por eso sigue cautivando un tope de gallos, observar la buena ceniza de un puro y celebrar como fiesta legítima cada 24 de febrero, para que nadie ose con nuevas modas privar a los patriotas de hoy la verdadera independencia conquistada

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