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verboardiente 2010

¿Comemos ...o qué?

¿Comemos ...o qué?

Si pusiéramos en una balanza el hambre y la guerra, habría que preguntarles a los hambrientos del mundo qué preferirían, de todas formas cualquiera de los dos que escojan los va a matar.

Se les dice que el hambre de ellos es porque falta el dinero, pero qué difícil será explicarles que los Estados Unidos han gastado en la guerra de Iraq más de tres billones de dólares.

Seguro enseguida entenderían que el dinero que falta para alimentarlos es el que sobra para matar a hambrientos.

El premio Nóbel de Economía, el norteamericano Joseph E. Striglitz, ha dicho en más de una ocasión que la guerra de Iraq se ha convertido en el conflicto estadounidense más caro desde la II Guerra Mundial.

En ese conflicto el costo anual por soldado (en dólares actuales) era de más de 100 000, mientras que en la guerra de Irak se invirtieron más de 400 000 dólares por soldado.

A la par con esto, el director general de la FAO, Jacques Diouf, declaró que 1 017 millones de personas padecen hambre en el mundo, debido a la crisis económica y al aumento en los últimos tres años de los precios de los alimentos.

Lo anterior significa que una de cada seis personas padece hambre y se subdividen en 642 millones en Asia y el Pacífico, 265 millones en África, 42 millones de América Latina y el Caribe y 15 millones en los países desarrollados.

Una muestra de las incongruencias del capitalismo es que las guerras modernas se convierten en tremendos negocios para la propiedad privada -la que no alimenta a pobres- y entre ellas a las agencias de seguridad, para no utilizar el término mercenarismo.

Por ejemplo, un sargento del Ejército recibe entre 140 y 190 dólares al día, que no representa más de 70 000 dólares al año, mientras que un mercenario puede ganar 1 222 dólares cada día, lo que hace 445 000 dólares anuales, según Striglitz.

Cuando usted compara los más de tres billones de dólares gastados sólo en Iraq, con los 3 000 millones de euros que pide la FAO para frenar la desnutrición en el mundo, verá que es una solicitud insignificante. Si no entiende bien, sepa que un billón es un millón de millones.

Este negocio de las guerras privadas es harto beneficioso, en Iraq solamente el Departamento de Estado gastó más de 4 000 millones de dólares en contratar guardias de seguridad privados para su uso en 2007.

Lo doloroso es que el costo total aproximado para tratar a los 19 millones de niños que padecen desnutrición aguda severa no superaría los 3 049 millones de euros, una cifra que incluye el tratamiento nutricional completo de cada enfermo y la producción local del alimento terapéutico necesario, un preparado especial que se utiliza para estos casos.

En la pasada Cumbre de Roma donde se trató la crisis internacional de los alimentos, se solicitó a los líderes mundiales 22 000 millones de euros anuales para relanzar la agricultura y evitar amenazas futuras de conflictos generados por la carestía de los alimentos, pero la respuesta es lenta y muchos de los poderosos están sordos al reclamo, porque prefieren invertir en armas para eliminar hambrientos.

La cúpula del gobierno norteamericano es moderada por los halcones del complejo militar industrial, que tienen necesidad de producir armas y municiones para matar y cuanto más muertos haya, más uso se les da a sus "mercaderías" y más dinero irá a sus cuentas bancarias.

Por eso Fidel Castro dijo en una ocasión, las armas podrán matar a los hambrientos pero no al hambre y tiene razón.

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